Una vez un grupo de amigos se disponía a pasar un fabuloso fin de semana en un bonito parque natural de costa mediterránea. Cargados de víveres, tiendas de campaña y mucha ilusión partieron de casa de uno de ellos.
El día antes, el más inquieto y explorador fué a la biblioteca de su pueblo a buscar una guía del paraje, escrita por un concejal medioambiental de una localidad próxima. A pesar de disponer de ésta, para salir de dudas, inspeccionó los caminos que se debían seguir en el Google Earth, y para mas inri, llamó al centro de información del parque, donde le comentaron con vehemencia que el camino estaba ampliamente señalizado y que alcanzarían sin mucho esfuerzo su objetivo.
Así pues, los amigos cogieron la carretera C-54 que les llevaba directo a un faro. En principio, debían dejar aparcado el vehículo unos kilómetros antes de éste, en un cruce, en teoría, señalizado correctamente. La realidad fue que llegaron al faro sin haber encontrado ninguna señal y tuvieron que empezar a tantear el destino y la suerte, pues mantenían la ilusión inicial de logar su objetivo.
Primera parada. Al cabo de 500 metros un amable segurata les indica que el camino no era el correcto.
Segunda parada. Después de 1500 metros un simpático vecino de la capital, experimentado explorador de la zona, les comentó que el camino era también incorrecto, y que su destino estaba a bastantes kilómetros del enclave.
Tercera parada. Finalmente ,y gracias a la memoria visual del amigo inquieto, encuentraron una carretera de arena, que salía de la ruta asfaltada con una inclinación de 30º, igual que había visto en el Google Earth.
Los amigos cargados de ilusión, a pesar de los kilómetros que ya llevaban encima, cogieron las mochilas y se dirigieron hacia la tan soñada playa. Mil metros después de haber dejado el coche hallaron una señal (la primera de la tarde) donde majestuosamente - al menos para ellos - se leía "Playa Utopía". La ilusión no les dejó reflexionar en aquel preciso instante. Días después encontraron muy "oportuno" poner una señal a 1000 metros de un cruce de la carretera...
Continuaron por el camino durante horas, sin más señalizaciones que las que imagiaban ver en los palos desnudos que encontraron a lo largo del camino. Subían, bajaban, resbalaban, sudaban y luchaban, todo por conseguir finalizar su proyecto, llegar a la "Playa Utopía". Después de 8 kilómetros encontraron una nueva señal donde se leía "Monte perdido". Uno de los amigos cogió el libro de mapas, o de jeróglificos, que no habían conseguido descifrar en toda la tarde. Descubrieron que se habían pasado de largo, al menos 4 kilómetros.
Los chicos no entendían nada. Habían seguido las señales (las pocas) que había a lo largo del camino, habían luchado, se habían entregado,... pero no habían llegado. Decidieron que lo más coherente era hacer media vuelta y buscar la playa Utopía de nuevo.
Caía la noche y habían buscado rutas alternativas, habían pasado por caminos "imaginarios" llenos de matorrales de espinas,...pero sin fortuna. Apoderados por el agotamiento lo que inicialmente era ilusión empezó a converstirse en deseperación. Finalmente, cuando el último haz de tenue claridad les abandonó, decidieron hacer noche en sus tiendas de campaña en medio de un prado tapado por un mantel de estrellas. A pesar del agotamiento, no lograron dormir, no habían conseguido su objetivo. Al salir el sol, quien aquel dia fue su particular despertador, recogieron las motxilas y con una desilusión tan grande como la ilusión inicial llegaron hasta el coche y volvieron hacia su casa. Todo esto sin llegar a sentir en su cuerpo las dulces aguas de la playa Utopía.
Días más tarde, y otra vez gracias a Google Earth, descubrieron que el camino que llevaba a la playa era aquel que estaba marcado con una immensa cruz amarilla que daba a entender que era independiente del camino de ronda.
En resumen. No podemos pretender que la distancia más corta entre dos puntos en la vida real sea una linea recta, o es más, sea la superposición de los dos puntos gracias a un abatimiento del plano, como se decía en la película Horizonte Final. Pero tampoco podemos pretender que en muchos aspectos se cumpla lo que decía Antonio Machado: "caminante no hay camino, se hace camino al andar".
No obstante, es importante encontrar señales a lo largo de un camino, aunque sirvan para rectificar y utilizar el método del ensayo-error. Sin esto no hay mejora continua, se disparan los costes (quince kilómetros para nada, o todo, quién sabe) y lo más peligroso, que a la ilusión le aparezca un gran des delante.
Be a faro, my friend! Tenemos que ayudar a señalizar el camino de aquellos de los que somos responsables.
P.D. Gracias pixow, por filosofar largo y tendido sobre temas tan metafísicos :D
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