Tengo la suerte de ir con un compañero de trabajo, un grande, y además maratoniano consagrado ¿se puede pedir más?
El objetivo no es ni hacer pesas ni hacer spinning, simplemente ir a correr. Dadas las características de la situación creo que es la mejor introducción para escribir un post que hace varias semanas que tengo in mente: ¿Por qué correr con los mejores?
Tuve la suerte de ir a un gran colegio, La Inmaculada Maristas Girona, donde entre otras cosas me inculcaron valores como el esfuerzo, el respecto y la perseverancia.
Una de las muchas actividades que se organizaban cada año eran los juegos atléticos que se disputaban en el Estadio Olímpico de Montjuic; un escenario con todas las componentes para la épica. Había bastantes competiciones: 100 metros lisos, 300 metros, 1500 metros, pesas, salto de altura, salto de longitud y 4x100 metros. El mejor atleta de cada una de estas categorías, de cada curso, de cada colegio Maristas llegaba a la final, donde se competía con los mejores de cada uno de los colegios.
El primer año competí en los 300 metros, donde conseguí el bronce. El segundo año competí en los 1500 metros, donde logré de nuevo el bronce. Habiendo disputado con éxito estas carreras mi objetivo era la prueba reina, la velocidad, o bien los 100 metros, o bien los relevos. Por mis características físicas, tengo constitución asténica, no atlética, era consciente de mis limitaciones en esta disciplina; de hecho nunca había quedado entre los diez primeros en las series de clasificación, pero mi deseo era tan grande que tenía que lograrlo.
Las series de clasificación se hacían en tandas únicas corriendo de dos en dos. Únicamente había un intento. El primero iba a los 100 metros. Del segundo al quinto iban a los relevos, el 4x100. Entonces reflexioné y lo vi claro. Me dije: Gerard, en la serie de clasificación tienes que correr con el mejor, con el más rápido. Así lo hice, corrí con el mejor y entré. Quinto y a Montjuic!
El día de la carrera no fue más que la culminación de otro de los 20 días más felices de mi vida. Cogí el segundo relevo, a manos de Córdoba, se lo entregué a Romero en el tercero, para que Troyano en el cuarto entrara en tercera posición, de nuevo un bronce!
La reflexión es sencilla, siempre hay que mirar de estar rodeados de los mejores, esto nos permite dar lo mejor de nosotros mismos, e ir mejorando y creciendo día a día.