martes, 4 de enero de 2011

Día 8 - Tandil - Necochea - Tres Arroyos

Sueño reparador en Presidente Irigoyen. Desayunamos unas excelentes facturas argentinas de Monarca y un zumo de naranja Baggio, uno de los mejores desayunos que jamás he tomado; otro tanto a favor de Ale.

Después de comprar la comida, unas milanesas de pollo tamaño XXL, nos dirigimos con Càrol y Ale a Necochea, a unos 200 kilómetros de Tandil. El principal interés turístico es su playa. Miro hacia el sur y mi vista no logra alcanzar el fin de la playa, es realmente larga, por el norte está el puerto. Por tercera vez nos bañamos en el Atlántico, antes lo habíamos hecho en Fécamp, una ciudad de la Normandía francesa, y en una playa próxima a Amsterdam. No obstante, esta es la primera vez que nos bañamos en el hemisferio sur, una fecha a recordar por dos fanáticos de la playa. Argentina tiene rincones preciosos, pero en playas los ganamos en la Costa Brava. Lo que no teneos en la Costa Brava, y sí vimos en Necochea, son lobos marinos. Ante un viento fuerte que hacía que la arena impactara en nuestras caras y pareciera que nos clavaban agujas, nos quedamos a unos 150 metros de los animales. No impresionó ver este tipo de animal y tenerlos tan cerca. Seguramente se veía claramente que éramos turistas; mientras la gente pasaba como si nada, nosotros estábamos impactados. Por una parte por el espectáculo natural que presenciamos, por otro, por el fuerte olor de los animales que el viento nos hacía llegar, acompañado de la arena de la playa, una combinación matadora.

Después de Necochea, nos fuimos a Tres Arroyos, la ciudad natal de Ale. Nos enseñó la ciudad y terminamos en casa de sus padres, donde comimos un asado con su madre y sus dos hermanos. El asado lo hizo Luciano, uno de los hermanos. Hay que decir que fue muy bueno, el mejor desde que hemos llegado a Argentina. Una combinación estupenda y al punto de chorizo, morcilla, asado y vacío. Un diez para Luciano y para toda la familia por la comida y su excelente acogida.

A las doce de la noche agarramos la ruta 30 y volvemos a Tandil. En total, a lo largo del día hemos hecho 600 kilómetros por los pastos infinitos de la Pampa húmeda.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A mi lo que me pasa con esas playas, es que el agua esta demasiado fría. Cuando estuve en uno de los mejores hoteles en miami, probé las playas de ahí, y la verdad me gustaron muchísimo mas!!!